29 de septiembre de 2013

El tiempo de estudio


Acabamos la universidad y nos metimos en "esto". Dejamos atrás las preocupaciones por comprar la agenda universitaria del curso para saber nuestro horario, profesores o días de fiesta (esto último básico). Antes todo se sujetaba a: tengo tributario a tal hora los Martes o esta tarde tengo laboral ¡qué faena! Crecimos y nos fuimos ganando esa especie de libertad que es tan mágica pero a la vez tan traicionera.

Es mágica porque si anoche dormí mal, me quedo media hora más en cama y de noche recupero esos treinta minutos y como se dice, aquí paz y después gloria. Además, supone que mis Lunes que son Domingos para el resto de personas pueda iniciarlos igualmente un poquito más tarde y sentirlos como menos duros, e igualmente no pasa nada. También puedo haber tenido un tarde nefasta y decidir quedarme a repasar después de cenar porque me siento inspirada. En fin, que somos "libres de horarios".



Pero a la vez, el tener tanto tiempo puede dar lugar a la poca optimización del mismo. Y a su vez a la contradicción de: necesito al menos 8 horas mínimo al día y han de ser óptimas por supuesto. ¿y ahora qué?

Y es que pasamos de tener una vida más o menos ordenada a ir una vez a la semana a cantar o en algunos casos un par de veces. Y el administrador aquí eres tú, pero ese día al preparador vas y le das un tema de escándalo. Y entonces dices, olé yo que sé administrarme y aprovechar cada minuto de mi día.  Qué mejor jefe que tú, ¿no?

Sin embargo, a veces hay un punto dónde se empieza a perder el tiempo y no a sentir que lo ganas. Esto sucede sobretodo cuando no se obtienen los resultados esperados en las convocatorias, y entonces el opositor empieza a hundirse poco a poco o del golpe y porrazo, véase cada caso. Ya no distingue si este día es más interesante que aquel, nada le motiva, pasan los meses y a veces hasta los años y no reacciona. Deja de confiar en él, los temas empiezan a ir mal, deja de ir al preparador... Y lo peor, es que tiene que aparentar que todo va bien pero ha perdido esa ilusión que lo movía el primer día, y aún peor, la confianza en sí mismo. Y se convierte en su propio juez, y se castiga y autocritica como el que más. Se frustra y no se da ni un respiro. Le falta flagelarse. 
Y es en ese momento cuando uno tiene que decir Stop. Pararse y analizar que está pasando, dónde quiero llegar o si llegado el momento en que debo retirarme de esta carrera. 

En cualquier caso, vamos a aprender a optimizar nuestras horas para sacarles el máximo partido cada día. Pongamos metas cortitas, en mi caso siempre a semana vista, y nada más, de momento ;)

¡Ánimo compañeros!



25 de septiembre de 2013

El opositor tecnológico versus opositor de toda la vida

Los opositores tenemos temas para preparar los diferentes programas de cada oposición. Y es el hecho de aprender ese programa lo que nos da opción a la plaza. Y el programa se aprende cantando una, dos, tres..., diez veces cada tema. No hay más truco.

Hay personas que emplean su tiempo en cantar menos y más actualizar temas, otros (como yo) optan por recibir actualizaciones que manda la academia, estándar para todos los suscritos. ¿Y qué es mejor? Particularmente creo que al principio vale más asentar temas y dedicar menos a estar al día, y que cuando pase dicha fase y domines cada tema, es el momento de estar actualizado plenamente. Es mejor saber lo mínimo de un tema y poder defenderlo, que tener muchos conocimientos pero no manejar realmente ninguno. Y ello se hace cantando. 

Por tanto vamos a abrimos un pequeño debate.. ¿Es mejor aprender y asimilar temas en formato papel, o bien, pasarnos unas horas al día actualizando temas y empapándonos de todas las novedades que ofrece internet? ¿Desde el primer día o más adelante?


22 de septiembre de 2013

Doce recomendaciones para opositores que sueñan con una cerilla y un bidón de gasolina

Texto de José Joaquín Jiménez Vacas, miembro de la ACEF:
Lo bueno que tiene el invierno en Madrid es la excusa perfecta que ofrece el frío para sentarse en algún café del centro con un buen amigo a charlar. Mi amigo, taza de chocolate Valor en mano, me contaba en confidencia aquella tarde, entre otras batallas más que propias de nuestra todavía juventud que, en sus lecturas, se sorprendió enterándose de que el primer método conocido semejante al de las oposiciones data –nada menos- que del siglo I (DC), en China. Por lo visto en aquella época, una vez se establecían las pruebas a superar, se presentaban a ellas miles de candidatos, resultando los exámenes de extrema dureza y celebrándose en sesiones interminables que en ocasiones se extendían durante varios días, no pudiendo los candidatos abandonar el lugar de examen siquiera para ir un momento al lavabo. A lo anterior repliqué -tengo que admitirlo, por no hacer de menos a mi país- que aquí fue Marañón quien se refirió a las oposiciones como el más sangriento espectáculo nacional después de los toros.
Lo cierto es que, según parece, hoy también las cosas se presentan nada fáciles a tantos y esforzados aspirantes a servidor público. La dura y creciente competencia y los largos tiempos de espera entre exámenes se hacen arduos compañeros de camino. Además, si aún lo anterior pareciera poco, el disperso ritmo social amenaza con aislar y desterrar de un modo definitivo la inevitable vida monacal del opositor, haciéndole pensar a éste -ya de una manera seria y resignada- que a pesar de la redacción dada al artículo 32 del Código Civil, su etapa como opositor se convertirá en lo más parecido a la extinción de su personalidad civil o, al menos, a la suspensión de la misma, como escribe en red Calabrús de los Ríos.
Es por eso que conviene hacer un llamamiento de ánimo a toda persona que hoy se encuentre opositando o tenga pensado acometer esta arriesgada pero -a la postre- agradecida empresa. Un llamamiento a la concentración, a no decaer en su ilusión, a no abandonar. La falta, presuntamente transitoria, de oferta y convocatoria de empleo público, común a todas nuestras Administraciones -y no son éstas escasas- debe contrarrestarse con, aún más si cabe, dedicación y entusiasmo.
Desde aquí, modestamente, quiero aconsejar con provecho, a los que lo necesiten, lo acepten, y tengan a bien leer mis palabras; apoyándome en lo que me enseñaron durante tantos años de estudio mis preparadores, y atreviéndome a escribir, con su permiso, estas doce recomendaciones dirigidas a ese opositor que, día a día, sueña con una cerilla y un bidón de gasolina.
Comienzo citando a San Isidoro de Sevilla; “estudiad como si fuerais a vivir siempre; vivid como si fuerais a morir mañana”. La primera recomendación, pues, carece de secreto alguno; "estudia todo lo que puedas". Y puedes. El saber no ocupa lugar. Un cerebro humano corriente, contiene cien billones de células nerviosas. Esto significa, en palabras de Carl Sagan, que tenemos la nada inestimable capacidad de almacenar en nuestra mente información equivalente a la de diez billones de páginas de enciclopedia. Concluyamos pues que el temario de tu oposición también cabe.
La segunda; "ten constancia en tu estudio, dedícale tiempo". Adopta un ritmo adecuado al nivel de exigencia de tu oposición, que tus posibilidades te permitan mantener. Estudia seis días por semana, y descansa uno, siempre el mismo. Dijo Giuseppe Manzini, que la constancia es el complemento indispensable de todas las demás virtudes humanas y, no hay que engañarse, el que oposita disputa una dura y nada descafeinada carrera de fondo en la que hacen falta horas de esfuerzo cada día: un esfuerzo calmado pero constante, que debe resistir la prueba del tiempo. Recuerda que más sabe el opositor por viejo que por opositor.
La tercera, la más laboriosa; "entiende todo lo que estudies". Y si no lo entiendes, pregunta. No te quedes nunca con duda alguna en estructura o contenido de ningún tema. No estudies de memoria viva, la memoria no es buena aliada. Forma ideas claras, y sé capaz de relacionar conceptos. No conviene convertirse -en esencia- en aquel "joven opositor a fiscalías y registros que devoraba la Gaceta sin dejar una subasta. Alcubilla en un tomo, sabía de memoria cuanto se ha hecho, deshecho, arreglado y vuelto a destrozar en nuestra Administración Pública", por citar a Alas "Clarín", entre párrafos de La Regenta.
La cuarta; "sé práctico". Porque las oposiciones no las ganan los sabios, sino los despabilados. Aprende a opositar. Hazte un experto. Averigua muy bien qué es lo que el Tribunal va a querer de ti en cada ejercicio, y aprende a hacerlo.
La quinta, esencial; "prepara todo el temario, y repásalo constantemente". Hay que estudiarse bien los temas que gusten, y mejor los temas no gusten. Si controlas el temario, el factor suerte se minimiza y, como no, tus nervios en el momento clave, también. Además, no te quepa duda, ese tema que no te estudias, cae.
La sexta; "prepara por igual todos los ejercicios". El ejercicio más importante es siempre el siguiente en el tiempo y, a priori, el primero, porque -por ser habitualmente eliminatorios-el que no aprueba el primero no pasa al segundo; y el que no aprueba el segundo, no pasa al tercero. Cuántos expertos en el canto de temas quedan sistemáticamente apeados del proceso de selección por no dedicar suficiente tiempo a prepararse para los exámenes previos.
La séptima, la más ardua; "usa un buen método de vida y estudio". El orden y el ritmo son la esencia. Orden en el horario, orden físico y mental, sin dejar de hacer vida normal, aunque enfocada plenamente al éxito en la oposición. Levantarse a idéntica hora cada día y dormir las ocho horas reglamentarias. Se suele distinguir entre opositores "alondras" que estudian por el día, y opositores "búhos" que estudian de noche. No dejar de comer, lavarse, maquillarse, o afeitarse. Atender con el entusiasmo que merece, pero con medida, a la novia/novio, y a los amigos. Un poco de deporte al día. Ponerse y terminar de estudiar siempre a igual hora. Estos consejos ayudarán a que mente y cuerpo se acostumbren a una disciplina de opositor y adopten una especie de ritmo cíclico y reflejo que no los agote enseguida.
En el estudio, fijarse objetivos periódicos -ración de temas semanales- y llevar en un cuaderno una buena contabilidad de su consecución, con efectos de consolidar también un ritmo a largo plazo que permita programarse de cara a los grandes objetivos de la oposición, es decir, los de aprobar cada uno de los ejercicios que a ésta conforman. Recuerda bien, una oposición se gana por etapas, y no importa tanto la velocidad inicial sino el ritmo sostenido.
La octava; "usa poco material pero muy bueno, actualízate con medida, y personaliza tu temario". Pocos libros pero buenos. Más vale estudiar un libro diez veces que diez libros una vez. Asimismo, es esencial no pretender hacer una tesis doctoral de cada tema y sí, sin embargo, personalizar el temario con propias palabras y estructuras. Siempre es más sencillo comprender y aprehender (escrito con "h") un texto que uno mismo ha redactado y estructurado.
La novena; "no escatimes en textos legales". Colecciona códigos, y mucho mejor si tienen un completo índice analítico que te permita encadenar la regulación. Léelos, subráyalos y anótalos. Son tu herramienta de opositor. Especialmente en oposiciones jurídicas, es esencial controlar su manejo. Desde que empieces tu oposición, recuerda; Dios es el Legislador en Cortes, y Marcial Pons es su Profeta.
La décima; "aprende a comunicar". Al Tribunal se le conquista no solo con conocimientos, también con la puesta en escena y con la manera de exponer aquellos. Se le convence exteriorizando con seguridad, humildad y austeridad -mediante la presencia, la escritura y la voz- lo que se sabe.
La undécima; "no decaigas ante las eventuales bajadas de ánimo". Tómate tres o cuatro días para ti de vez en cuando, pero sin abusar, y solo cuando lo necesites; no olvides que las oposiciones las ganan los opositores cansados.
La duodécima; "no te autoevalúes y confía en tu preparador". Un buen preparador, es el que se hace responsable de la formación de sus opositores, se encarga de asesorarles en cada cuestión relacionada con la oposición; les aporta sus conocimientos y técnicas para la superación de cada ejercicio, y les facilita su apoyo durante la preparación. Por eso, establece con tu preparador una sólida complicidad. Él está a tu servicio, al servicio de tus necesidades como opositor. Ni es tu profesor, ni te va a aprobar o a suspender. Es tu orientador, tu entrenador personal. Te ayudará con su experiencia a convencer a ese Tribunal, al que sí corresponde evaluarte. Pero, nunca lo olvides, las oposiciones las ganan los opositores. A la arena de los ejercicios vas a saltar tú solo.
Por último, sé humilde ante la oposición y sé un buen compañero. Tu enemigo no es el otro opositor sino los temas. No dejes de presentarte a un ejercicio por entender -en tu parecer- no estar lo suficientemente preparado para aprobarlo: que sea el Tribunal quien decida sobre este aspecto. Los que evitan el fracaso también evitan el éxito; y la aceptación de la posibilidad de fracaso es también el primer paso para ese éxito. Para saber opositar hay también que estar dispuesto a suspender en un momento dado. Es al perder un duelo y levantarse cuando el opositor demuestra serlo; y quien no está dispuesto a caer demuestra -con ello- no ser digno de trabajar al servicio de los ciudadanos en las Administraciones Públicas.

15 de septiembre de 2013

Houston, tenemos un problema

Así es. ¿Quién no ha tenido alguna "distracción seria" durante sus meses como opositor? ¿Quién se cree el mito del opositor como persona que se aisla de todo y llueva o salga el sol en su vida el erre que erre estudiando sus 10 horas diarias? Creedme, nadie.


Son muchos días los que nos pasamos sentados con nuestras leyes o apuntes, y en algún momento, a veces surgen cosas que hacen que nuestra cabeza no esté donde debiera estar. Te vienes abajo y te frustras porque dejas de estar estudiando con un ritmo bueno pero tampoco estás en "el problema".

¿Qué se hace entonces? Si puedes, porque dependa de ti, soluciona ese objeto de distracción continua. Si no depende de ti es donde verdaderamente empieza el problema. Entonces, simplemente intenta "convivir" con ello hasta que lo superes, o bien aprendas a "capearlo". 
A veces es bueno tomarte unos días para centrarte en ello, al fin y al cabo no va a pasar absolutamente nada y cuando no puedes literalmente estudiar, lo peor es dejar que las horas pasen y tú sigas sentado delante de esos apuntes sin ser capaz de retener más de tres páginas. Sal, camina, piensa, distráete, pero como dicen por ahí... no acabes más quemado que una teja.

Los opositores fuera mitos por favor, somos humanos y nos afectan los problemas tanto o más que al resto. Pero todo termina pasando, y las aguas vuelven a su cauce siempre. No desesperes cuando esto te ocurra. Respira, y... vuelve a empezar ;)




10 de septiembre de 2013

Cumpleaños feliz... opositor

Cuando comencé este blog, un día le dije a una amiga opositora, "cuando quieras desahogarte como yo y dedicarnos unas palabras, aquí tienes un sitio". Y dicho y hecho; y yo encantada de que lo comparta con nosotros (y todo el que quiera, ya sabe ;)). Así que esta vez no soy yo la que escribe el post, la experiencia la comparte una opositora en el día de su cumpleaños:

“Bienvenida a los 25….opositora..

Eso parece, que acabo de cumplir 25, el cuarto de siglo, y en circunstancias diferentes a las de años anteriores y siempre tiene uno la sensación de que ese año será un año de cambios jaja este año no lo creo, es posible que no complete el siglo de este cuarto ya gastado, aunque nunca se sabe, por ganas que no sean.

Aunque lo que hoy me atañe es un reflexión, me considero una entusiasta de los cumples, es decir, me gusta que ese día se un día especial lleno de gente, ilusiones, ganas, y sobre todo que me hagan sentir especial, que la gente que tengo a mi alrededor les guste que pase entre ellos un año más de vida, pues este año no tengo ganas, y no es por la gente,  ya que la que tengo a mi alrededor me hacen sentir especial, lo sé, pero es porque miras a tu alrededor, amigos, conocidos y primos que deciden casarse con tu misma edad, amigos que empiezan un camino lejos ya sea laboral o personal, personas que le dan un giro a sus vidas, y de repente te das cuenta que llevas un año ya embarcada en lo que también fue un gran giro a tu vida, pero no igual , y tienes la sensación de que te has montado en un tren lento muy muy lento y que no tiene parada, es cierto la parada la marco yo, pero por ahora ni de coña, no está entre  mis planes, no me bajo hasta que no llegue a la estación final.

Este tren va lento y tu vida parece que no avanza lo que a ti te gustaría, pero sí que lo hace, nadie se da cuenta de que en este año, he estado varias veces en lo que yo considero mi límite (seguramente tenga todavía más cuerda y el límite será mucho más) y he aprendido a superar ese límite. Me he conocido más a mí misma, porque tantas horas en silencio dan para mucho, se lo que NO quiero y sobre todo no me da miedo decirlo, tengo tan poco tiempo que lo quiero disfrutar con mi gente, con gente que me aporte cosas buenas, con gente que me trasmita buen rollo, nada de historias de cosas que no son importantes en la vida. No me da miedo expresar cada cosa que siento, sea buena o mala (porque con el rollo de que eres opositora todo está permitido, algo bueno tendría que tener esta historia jaja), he aprendido a valorar cosas cotidianas a las que antes ni les daba importancia, por ejemplo pasear, ver una peli mala de domingo en el sofá de casa, no mirar el reloj porque es sábado y hay que dormir pronto que el domingo es tu nuevo lunes. Y luego está la historia de la familia que si te estás perdiendo momentos con tus primos pequeños  los que están creciendo y no disfrutar de ellos lo que te gustaría antes de que empiecen en esa edad del pavo en la que pasarán de su prima mayor de manera irremediable, a todo esto tengo muchas ganas de ser tita pero la verdad ojalá se retrase porque no me perdonaría perderme los primeros años de mi primer sobrino, tus padres que son los que están opositando económica y personalmente porque aunque no conozcan lo que es este esfuerzo, sufren,  ríen y lo sienten como si lo estuvieran viviendo ellos mismos, tu pareja que se conforma con un ratillo después del cante y con el viernes noche y sábado todo el día, tus amigos que encima que vas poco a casa, pasas poco tiempo con ellos, no les dedicas ni les preguntas por sus vidas lo que te gustaría, ni estás ahí lo que te necesitarían y la gente se pregunta que si es que ser opositor es ser egoísta, y la verdad no es eso aunque lo parezca realmente, sino que no tienes tiempo ni para ti como para dedicárselo al de al lado, hasta las amistades, familias y momentos han pasado a tener horarios..

En fin que he llegado a los 25 y creo que me hago mayor sentada en una silla,  pero no es así realmente este tren va lento pero muy eficaz, es como irse de retiro “x” años aprendiendo mucho y conociéndote mucho  más.  Y que si que aquí no se acaba el mundo que el día que decida bajarme pulsare el botón de la próxima parada y me bajaré, pero por ahora que llegue hasta la última estación por favor.



Una opositora cumpleañera.”



P.d: Desde Semana Al Revés, opositando o no, ¡¡¡¡FELIZ CUMPLEAÑOS AMIGA!!!! Y que dentro de unos años celebremos el cumple todos en esa última estación.

1 de septiembre de 2013

Volver a empezar (o mejor dicho, a continuar)

¡Ya estamos aquí! Pilas cargadas, fotos de recuerdos innumerables del verano, anécdotas nuevas, amigos vistos, baños en el mar, atardeceres de ensueño... Y toca volver a la realidad. Lo mejor es afrontarlo con positivismo y mucha ilusión en lo que hacemos cada día. Todo esfuerzo tiene su recompensa, ¿a que sí?

Día 1 de Septiembre, ¡vamos a ponernos las pilas opositores! Renovemos la rutina y a por todas